| Titulo: Until the last day
Advertencias: Yaoi, dub-con, lemon sadomaso (?), AU, surprise :v
Rating: PG-13
Resumen: Este fic es la continuación de Be Destined, y es sumamente recomendable que lean Be Destined antes de leer este fic. TODO en este fic (incluyendo la primera oración del prólogo) es un spoiler de Be Destined y su final, por lo tanto lo mejor sería que no lo leyeran hasta que terminaran Be Destined. No voy a decir nada en el resumen XD
Notas del autor: "Until the last day" es mucho más explícito que "Be Destined" :3
PRÓLOGO
Sólamente un mes después de que a quien yo consideraba el amor de mi vida se marchara para siempre en un avión de Air France, yo me mudé al departamento de Sakura.
Ayana me facilitó un contacto de una importante empresa farmacéutica, y me ayudó a conseguir un trabajo medianamente relacionado con mi área, aunque fuera sólo para ejercer tareas administrativas. Sakura y yo finalmente podíamos decir que éramos una pareja como cualquier otra, viviendo bajo un mismo techo y trabajando arduamente todos los días.
Nueve meses pasaron.
El bebé que la esposa de mi papá esperaba resultó ser una niña, a la que dieron por nombre Keiko. En el momento de su nacimiento todo el mundo estaba tan feliz, que incluso nos sacamos fotografías todos juntos (mi papá, su esposa, mi mamá, Keiko y yo) como si fuésemos una familia feliz sin ningún prejuicio ni ningún resentimiento. Fusako, la esposa de mi papá, incluso me sacó fotos sosteniendo a la bebé "para guardar recuerdos de los dos hermanos".
Poco tiempo después, mi papá fue transferido a una oficina en Tokyo, y los tres se mudaron a más o menos cuarenta y cinco minutos de donde Sakura y yo compartíamos el departamento. Mi mamá fue la única de todos nosotros que continuó viviendo fielmente en nuestro barrio natal de Osaka, junto a Eneru.
A partir de ese momento, y aunque mi papá sabía que yo vivía con Sakura, comenzaría a esmerarse para regresarme "al camino correcto", presentándome todo tipo de chicas que le parecieran decentes y adecuadas para que yo me casara. Para tratar de dejar en claro que la relación que Sakura y yo manteníamos era enserio, lo esclarecimos tanto con su familia como con la mía, e incluso tuvimos el descaro de organizar cenas en las que nos presentamos como pareja. Este sería un asunto que mi padre y su esposa, de todos modos, le mantendrían por siempre oculto a Keiko, asegurándose de que no estuviera nunca en nuestra casa.
Por otro lado, tuvo que pasar tan sólo un año antes de que Ayana me diera la noticia de que ella también estaba embarazada. El bebé que ella y Tetsu tuvieron, a diferencia del de mi papá, fue un niño, al que llamaron Shintarô. Tanto la familia de Tetsu como la de Ayana estaban encantadas con el niño, y era objeto de alabanza de todos sus parientes. Ayana también se sentía increíblemente feliz de que se tratase de un niño, y su relación con Tetsu estaba en su punto cúspide de amor y felicidad.
Un año después de eso, lo que hacía cuatro años desde que Gackt se había ido, yo finalmente me gradué de la carrera y recibí mi diploma de Licenciado en Ciencias Biológicas. La foto de graduación, en la que yo sostenía mi diploma enrollado y ponía una sonrisa que me ocupaba toda la cara, permanecería por siempre juntando polvo sobre la repisa de nuestro departamento.
Ese día, Sakura me llevó a cenar y me llamó Licenciado Takarai toda la noche. Tan borrachos estábamos que cualquiera que nos hubiese visto habría pensado que nos amábamos con desbordante locura. En efecto, esa noche estábamos felices y no parábamos de sonreírnos el uno al otro como dos recién casados. Sakura también había conseguido un ascenso en su trabajo, y su salario se había disparado hacia las nubes como un fuego artificial.
Yo también cambié de trabajo poco tiempo después. Había entrado como junior en el departamento de investigación de una productora de documentales ambientalistas, y sorprendentemente no pasó mucho tiempo antes de que me asignaran un puesto más elevado. Incluso llegó un momento en el que coordinaba a mis propios subordinados, y el jefe confiaba en mí más que en cualquier persona de la empresa.
Pero mi vida no iba viento en popa. No lo hacía desde hacía ya mucho tiempo. De hecho, no lo hacía desde un momento específico de mi existencia.
Desde que Gackt se había ido, hundiéndome para siempre en la miseria de una existencia vacía, habían pasado ocho largos años.
CONTINUARÁ
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